sábado, 15 de abril de 2023

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Aunque prácticamente ya se haya ido toda la semana... ¡feliz Pascua de Resurrección!

¡Qué rápido pasa el tiempo (tanto que casi llego tarde)! Pero a la vez ¡qué lento va también!

Cuando vivimos buenos momentos se nos va volando y, en cambio, al tener que afrontar los malos parece que se detuviera el reloj. En enero me estaba planteando regresar por aquí y ahora veo que ya estamos a mediados de abril y no he dado señales de vida. ¡Madre mía! 

Hoy, gracias a Dios, vengo a compartir contigo dos viejas publicaciones que me ha gustado releer en estos días:

La primera lleva por título "Vuelve a Galilea". Se trata de unas palabras que fueron redactadas por un hermano de la Familia Misionera Verbum Dei. En ella habla de por qué es un lugar tan importante y qué significado tiene para Jesús y sus discípulos. Explica que cada uno de nosotros también tenemos nuestros "galileas particulares" en las experiencias fundantes de vida que nos acontecen (especialmente las que son de fe) . ¿Tú te has parado a pensar dónde están los tuyos? ¿Me cuentas alguna vivencia religiosa que te haya marcado?

Si no es la primera vez que me lees estoy segura de que vas a tener bastante fácil adivinar cuál es "mi Galilea"; pero si no lo sabes ya te lo digo yo que está en la devoción que tengo por la Virgen del Rocío. Y lo que puso en mí la semilla rociera fue, concretamente, este especial de Isabel Pantoja:


Reconozco que durante una gran parte de mi vida fui rociera de las de folclore (quizá por la distancia y porque el primer grupo al que me acerqué fue la casa de Andalucía de Aranjuez, donde dicho sea de paso me encontré gente que no me trató nada bien); pero, gracias a  Dios, la Virgen quiso que, justo unos meses después de reencontrarme con la Iglesia, y tras 20 años de espera, viviera mi primera romería de la mano de una hermandad (la de Torrejón de Ardoz, concretamente. Y con ellos he podido compartir también la peregrinación extraordinaria que realizaron esta Cuaresma). 

¿Tú dónde sostienes la fe? ¿Y dónde tienes puestos esos apoyos que tanto suelen hacernos sufrir? Y no me digas que solo Dios basta porque yo todavía no he conocido a nadie que no se sostenga en algo del mundo o en alguien. Somos imperfectos y no hay nada más humilde que reconocer que todos necesitamos y dependemos de los demás, que la autosuficiencia total no existe.

Si te paras a mirar la vida de Jesús, el mismo Dios hecho hombre, puedes ver que Él también buscó sentirse arropado por sus discípulos (aunque a la hora de la verdad le dejaran tirado) y más de 2.000 años después, no deja de llamarnos porque sigue requiriendo de nosotros para que se siga anunciando su Reino. Y si eso fue así... ¿por qué tachamos entonces de fanática, obsesiva o dependiente a una persona que tal vez solamente intenta ir al mundo entero a contar lo que ha visto, lo que ha oído, lo que ha vivido o, en definitiva, a anunciar el Evangelio bajo el carisma que le llena de alegría. ¿Acaso no es eso lo que se espera de un cristiano? ¡Basta ya de censuras y críticas, especialmente a los rocieros! 

El título de la segunda publicación que vengo a compartir es el camino de vuelta. Y este tema es algo sobre lo que no he dejado de reflexionar desde que escribí esas palabras. Gracias a aquella romería y a todo lo que me ha tocado vivir después, que me ha puesto la vida patas arriba, he podido tomar conciencia de que nuestro paso en la tierra no es sino una peregrinación de regreso a nuestro origen y por los caminos, que son duros senderos de arenales que debemos atravesar, nos puede parece que tenemos que ir eligiendo entre ser hijos del Rocío o del infierno. 

Sin embargo el pasado miércoles me daba cuenta de una cosa, que no sé si será acertada o no: la Pascua nos recuerda que la Gracia recibida con el bautismo hace que los cristianos estemos siempre en el camino de regreso del hijo pródigo, con dirección a la casa del Padre. Y la verdad es que puede dar mucha Paz recordar cómo fue recibido. ¡Verdaderamente ha resucitado el Señor, Aleluya! Y es Él quien trae nuestra salvación! Vale ya de querer actuar como Dioses, vivamos felices y abandonados. Somos suficientemente libres como para no tener que aceptar cosas que, viniendo impuestas por manos de nuestros prójimos, nos hagan sufrir. Si la imposibilidad o la incapacidad no te dejan responder a Dios como se merece, no te quedes muerto en vida, dándote golpes de pecho. Si los demás no tienen la humildad de reconocer sus errores no cargues tú con ellos. En tu debilidad, en la miseria, en esas caídas que tanto hieren tu orgullo, será donde Dios se haga más fuerte. ¡Todos pecamos y vivimos una fe incoherente! 

¡Qué la alegría de Jesús Resucitado te lleve hacia ese nuevo Pentecostés en el que, de la mano de su Madre, podrás cantar las misericordias del Señor! ¡Qué la Virgen sea siempre tu refugio! ¡Ella te llevará hacia ese encuentro amoroso con el que Dios sueña desde que te pensó!

Yo tal vez regrese pronto por aquí. Seguramente sea para compartir alguna ruta que he realizado esta Semana Santa. ¡Te espero!

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