sábado, 10 de septiembre de 2022

Sabatina de despedida

Hay dos meses en el año que parece que llegan para invitarnos a recomenzar: septiembre, por el inicio del curso escolar, y enero, por el recibimiento del año nuevo. Sin embargo muchos sabemos que en realidad siempre es buen momento para volver a empezar y, sinceramente, ese es mi propósito en esta ocasión. Así que, por ese motivo y después de pensarlo mucho, hoy sí que vengo a despedirme.



Emprendo mi camino de vuelta, no sé si como el hijo pródigo del Evangelio o como el joven rico, y mi rumbo solo Dios lo sabe. Me voy cuando debería estar celebrando la Natividad de la Virgen, el Dulce nombre de María y dos años de sabatinas rocieras que, tristemente tuvieron que quedar en uno con misas de verdad en el templo y estos meses con mis palabras por este rincón personal. Marcho con los sentimientos encontrados, sin la alegría que caracteriza el carisma rociero pero con la tranquilidad de saber que Cristo vino para salvarme, que su bondad es infinita y que me ama a pesar de mis pecados. Por eso... Madre de Misericordia, obtén del Pastorcito Divino ese milagro que sabes que necesito. 

Desconozco si volveré por aquí, porque me gusta escribir, pero en estos momentos creo que es voluntad de Dios que me centre en mí y en otros proyectos que Él ha puesto en mi camino y me obligan a decir adiós. No como una forma fría de despedirme sino como la dirección hacia la cual nunca debemos dejar de caminar.

Y hablando de caminar... Yo, Rocío, si camino es por ti. 

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