Hace 3 semanas me encontraba en ese lugar que, hasta ahora, siempre ha sido un Tabor para mí: El Rocío. Desde que regresé he querido sentarme a redactar por aquí y compartir contigo parte de todo lo bueno que volví a experimentar en la aldea onubense. Sin embargo cuando he intentado hacerlo no he podido. Estoy demasiado herida.
El curso escolar va a terminar pronto y, de alguna manera, junio es un mes propicio para ir pensando en apagar los motores y descansar. Por eso creo que, al final, el carácter de esta publicación va a ser algo muy distinto al que había planeado en origen: vengo a despedirme.
Si echo la vista atrás veo que, en realidad, nunca he terminado de publicar con regularidad en este blog. Me podría plantear un cambio de aires y darle una nueva oportunidad pero creo que si me decidiera a hacerlo no sería ya por este rincón.
Cosas de MaGo al final recoge una parte muy dolorosa de mi vida y necesito seguir cerrando todos esos capítulos que me impiden continuar sanando y recomenzar. Espero que seáis muchos los que hayáis encontrado algo bueno por aquí. Ahora me toca a mí ponerme en marcha para seguir buscando eso mismo en otros sitios.
Agradezco todos los comentarios que me habéis dejado y el tiempo dedicado, anónima y silenciosamente, a la lectura de las distintas entradas.
Hoy no hay fotos que decoren mis palabras ni etiquetas pero, si aún así, te has animado a leerme y no es mucho pedir... ¡reza por mí (aunque esta vez no sé si será recíproca)!
¡Qué Dios te bendiga y la Virgen te lleve siempre de su mano!
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