Hace unas semanas te comentaba que había pasado unos agradables días de vacaciones por tierras navarras, te hablaba de la localidad de Los Arcos (si te perdiste la publicación puedes volver a leer por aquí mis impresiones sobre dicha localidad), y hoy, aunque sea con un poco de retraso porque el viernes me fue imposible publicar, quiero compartir contigo las vivencias de la primera excursión:
Resumiendo la experiencia puedo decir lo mismo que su logo... "Pamplona, ¡me gusta!".
Llegué, con mi marido, a media mañana a la ciudad. Dejamos el coche en el barrio de Azpilagaña y nos subimos paseando, sin saber muy bien por dónde, hasta el centro. Aquello ya empezó a anunciar que sería una maratoniana jornada. Después de visitar la oficina de información y turismo, en la que nos apuntamos a la visita guiada que había por la tarde y que recomiendo indudablemente, nos fuimos a seguir disfrutando de la ciudad pero esta vez ya bien ubicados y con nuestro mapa en la mano.
Aprovechamos antes de comer para recorrer la zona de las murallas y los, algo más, 800m por los que pasan los encierros. La siesta la sustituimos por un paseo hasta la Ciudadela y el Parque de la Taconera. A las 17:00h fuimos a nuestra cita y dejamos que nos deleitaran con la historia de la ciudad y nos descubrieran curiosos detalles que, de no haber sido por la chica que nos guió y cuyo nombre lamento no recordar, jamás hubiésemos conocido. Después, ya agotados, nos bajamos nuevamente caminando hasta el lugar en el que habíamos dejado el coche y emprendimos el camino de vuelta parando a ver la bella y singular ermita de Santa María de Eunate en Muruzábal.
Hubo algunos sitios de Pamplona, como el interior de la catedral de Santa María, el de la iglesia de San Saturnino o la iglesia de San Lorenzo, que me quedé con las ganas de ver (ya tengo motivos para regresar). Tampoco visité el Parque Yamaguchi pero... al menos creo que conseguí llevarme una imagen bastante general de la ciudad e, incluso, hacer una parada en el Sadar. Y, nada, después de aquella cansada pero genial jornada, he pensado que el mejor regalo que podía traerte de allí es esta selección con 5 lugares que, en mi opinión, son imprescindibles conocer:
"Conocer Pamplona, en un día, disfrutando del intento"
Llegué, con mi marido, a media mañana a la ciudad. Dejamos el coche en el barrio de Azpilagaña y nos subimos paseando, sin saber muy bien por dónde, hasta el centro. Aquello ya empezó a anunciar que sería una maratoniana jornada. Después de visitar la oficina de información y turismo, en la que nos apuntamos a la visita guiada que había por la tarde y que recomiendo indudablemente, nos fuimos a seguir disfrutando de la ciudad pero esta vez ya bien ubicados y con nuestro mapa en la mano.
Aprovechamos antes de comer para recorrer la zona de las murallas y los, algo más, 800m por los que pasan los encierros. La siesta la sustituimos por un paseo hasta la Ciudadela y el Parque de la Taconera. A las 17:00h fuimos a nuestra cita y dejamos que nos deleitaran con la historia de la ciudad y nos descubrieran curiosos detalles que, de no haber sido por la chica que nos guió y cuyo nombre lamento no recordar, jamás hubiésemos conocido. Después, ya agotados, nos bajamos nuevamente caminando hasta el lugar en el que habíamos dejado el coche y emprendimos el camino de vuelta parando a ver la bella y singular ermita de Santa María de Eunate en Muruzábal.
Hubo algunos sitios de Pamplona, como el interior de la catedral de Santa María, el de la iglesia de San Saturnino o la iglesia de San Lorenzo, que me quedé con las ganas de ver (ya tengo motivos para regresar). Tampoco visité el Parque Yamaguchi pero... al menos creo que conseguí llevarme una imagen bastante general de la ciudad e, incluso, hacer una parada en el Sadar. Y, nada, después de aquella cansada pero genial jornada, he pensado que el mejor regalo que podía traerte de allí es esta selección con 5 lugares que, en mi opinión, son imprescindibles conocer:
- Plaza del Castillo: fue el lugar en el que originariamente terminaban los encierros, desde el siglo XIV hasta la construcción de una plaza de toros estable a mediados del siglo XIX. Actualmente es el centro neurálgico de la ciudad y une el casco histórico con la parte más moderna. Se trata de una gran plaza porticada que alberga lugares tan emblemáticos como, por ejemplo, el Café Iruña o el palacio de los Goyeneche.
- Ayuntamiento: ubicado en el Casco Antiguo, en la actual Plaza Consistorial (que yo personalmente me imaginaba más grande) y punto en el que confluían los tres burgos que Carlos III "El noble" unificó en el siglo XV. Es el lugar desde cuyo balcón principal se lanza el chupinazo que inicia las conocidas fiestas de San Fermín y donde se terminan entonando el famoso "pobre de mí".
- Catedral: situada en la parte más alta de la Navarrería. Construída en el mismo lugar en el que hubo antes un templo románico. Fue una de las edificaciones más grandes de la Edad Media, superada únicamente por la catedral de Santiago. Actualmente llama la atención su imponente fachada neoclásica, diseñada por Ventura Rodríguez, fruto de una importante intervención llevada en el siglo XVIII, y contrasta con el interior gótico que esconde (y que yo me perdí :( ).
- Ciudadela: en origen fue una fortificación amurallada de uso militar construída, por orden de Felipe II, siguiendo el modelo de la fortaleza de Amberes. En la actualidad se mantiene como jardín y espacio para realizar distintas actividades culturales, de ocio o deportivas. A mí me pareció un lugar ideal por el que echar una carrerita y enlazar desde allí con el parque de la Taconera.
- Calle Estafeta: si vas a Pamplona y te acercas al casco histórico... pasarás por ella sí o sí, casi seguro. No es que sea imprescindible visitarla sino que más bien es prácticamente inevitable. En ella vas a encontrar un montón de bares donde hidratarte y reponer fuerzas degustando unos fantásticos pinchos. Nosotros entramos a probar los del Bar Fitero y acertamos 100%. Nos pareció todo riquísimo y lo que pedimos fue: berenjenas con jamón y setas, txistorra, ajoarriero y dos ricas croquetas (una de jamón/huevo y otra de espinacas/gambas). También en esa calle compramos un delicioso cucurucho en la Heladería Larramendi. Y, ya puestos, justo enfrente, en Gurgur, aprovechamos para comprar algunos productos de la tierra (espárragos, mermelada, paté de setas, patxarán...) que todavía están esperando el día en el que formen parte de nuestro menú.
Y ahora que yo ya te he dejado un pequeño avance porque Pamplona es mucho más que estos cinco sitios... dime... ¿se te han despertado las ganas de organizar una escapada? Si todavía no lo ves claro espera que te cuente cuál fue la siguiente parada. Verlo en verano fue una chulada pero en otoño debe resultar precioso. Así que, ve preparando la maleta y después...
Ahora que yo ya te he contado mi visita por Iruña...
¿Me cuentas la tuya? ¿Qué sitios recomiendas no perderse?
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